Los Sopranos. Primera Temporada (2000) HBO


Tony Soprano: la crisis de un Capofamiglia

No sabemos si es exagerado decirlo, pero aquí vamos: con Tony Soprano aprendemos a disfrutar morbosamente de la ira. Explosivo e indetenible, fuerte y decidido, Tony es un arma andante. Nos transformamos en Tony cuando la violencia rapta sus manos ejecutoras: extorsionar, presionar, apostar, robar, asesinar, descuartizar. Así como él, tenemos el poder no sólo de violentar, sino de burlar la justicia y todos los lazos moralistas de la sociedad contemporánea. Nosotros nos sentimos dueños del poder cuando él lanza improperios a diestra y siniestra. Por encima de todo, es un Don que va rompiendo las reglas paradigmáticas de la Vieja Escuela, o más preciso, de la Cosa Nostra. Es joven. Lleva la sangre de la rebeldía heredada de su padre Jhonny Soprano, uno de los fundadores de las cinco familias que se reparten New York y New Jersey. Tiene el peso familiar: tiene ascendencia entre los caporegime (capitanes) y soldatis (soldados)
Pero aparte de esto, también es esposo y padre de dos hijos: Meadow y Anthony Jr. Carmela, su esposa, es su sostén invalorable. Detrás de las cenas y del ceremonial familiar, Tony va descubriendo no sólo el conflicto que le genera su temperamento, sino también su madre Livia, su tío Junior, y sus dos hijos adolescentes. El caos se irá sumando en su psique, hasta que decide ir a una sicóloga para buscar solución a sus ataques de pánico. No será fácil la terapia con la dra. Jennifer Melfi: lo empujará a rebuscar en su pasado elementos reveladores. Cuando llega la desconfianza y el miedo a los delatores, Tony reventará en cólera. El poder ciego de la violencia dirá lo demás.

Carmela Soprano: entre el pecado y el poder

“He renunciado a todo lo bueno a favor de lo fácil. He permitido en mi casa lo que es diabólico”. Así se va perfilando el caos moral de Carmela, la dueña y señora del capo de la familia Soprano. Casada por todo lo alto, ha conseguido una mansión inmensa, una buena educación para sus dos hijos, una estabilidad material repleta de lujos, joyas y autos lujosos. Además de esta realidad material, se perfila su lado espiritual que bebe en la doctrina católica, típica de la tradición italo-americana. El matrimonio es una institución sagrada para ella; Dios lo ha creado todo; la justicia divina es la única que existe; se reza y se comulga, se santigua y se encomienda a Jesús. En silencio, Carmela va acrecentando sus dudas: transformar a su esposo en un hombre bueno, virtuoso y creyente en las leyes divinas. En el fondo de su corazón, Carmela ama a Tony fervientemente. El deseo del cambio lo puede todo.
Sin embargo, con cada día que pasa, Carmela se desespera, desilusiona, descompensa. No sólo sabe que su esposo es un criminal, sino que se va convenciendo de que su amor nunca podrá cambiarlo tan fácilmente. Calla y deja pasar; se desespera y aguanta. Carmela, con un carácter brutal, es la única que frena a Tony: se le enfrenta cara a cara. Sus discusiones en la alcoba son candentes. Cuando se molesta, la casa tiembla. Lo único que le importa es que sus dos hijos tengan una educación óptima. Problemas: Meadow, adolescente rebelde e ilustrada, va buscando una independencia; Anthony Jr, confundido y más rebelde que su hermana, no acata órdenes, no respeta. Un reto que se explaya en varios focos para Carmela Soprano en esta primera temporada.

La dra. Jennifer Melfi: exorcizando los fantasmas del Boss

Desde esta primera temporada, la Dra. Melfi irá explorando los conflictos existenciales del Boss. Una exploración freudiana que perfilará respuestas nebulosas y no definitivas a los ataques de ansiedad que Tony decide afrontar. Una imagen dispararía los desmayos imprevistos: el abandono de los patos migratorios que por un tiempo estuvieron en su piscina. Según Melfi, aquella imagen no es otra cosa que la proyección del miedo de Tony por perder a su familia en el caos del crimen organizado. Aquella sería la primera respuesta tentativa de Melfi, la cual a regañadientes Tony irá aceptando.
Pero se van desplegando muchas cosas entre estos personajes en el consultorio: uno, el negocio de la mafia italiana en New Jersey; dos, la relación tormentosa de éste con su madre; tres, el enamoramiento confeso que siente éste por la terapeuta; cuatro, el temor de que uno de sus capitanes haya caído en las redes del FBI… Una escena es poderosa: Tony, recién despierto y legañoso, ingiriendo dosis de Prozac, Xanax y Litio. Sacrilegio, pues, que un jefe de la mafia se viese con una sicóloga; desconfianza, rencillas, chismes, irán apareciendo en los resquicios del negocio. En los últimos capítulos, Tony entrará en una crisis depresiva intensa; Melfi, preocupada, recetará el aumento de la dosis. Sin embargo, de un plumazo la postración anímica de Tony se evaporará: un atentado contra su vida lo hará levantarse y sentirse más vivo que nunca. “No quiero morir, a menos hasta que consiga el maldito quien ordenó matarme”, dirá.

Livia Soprano: el poder materno

Personaje de un peso dramático como ningún otro en esta primera temporada, Livia Soprano lo puede todo. En el fondo, es la reina del negocio gansteril en el cual su difunto esposo y ahora, su hijo Tony, empieza a tomar un preponderante papel. Livia sabe de su poder extraordinario para generar la atención, convirtiéndola en un foco de odio y desesperación en los hilos de la familia. Sobrepasando los sesenta años, doña Livia se siente desplazada, marginada, desasistida; ya no puede vivir sola, pero tampoco tolera tener una señora de servicio. Nada como sus frases cortantes; quien las recibe, tiende a no soportarlas. Livia no une, separa. Una abuela cascarrabias, intrigante, averiguadora. Es el árbol del sarcasmo, de la impulsividad; raíces en las cuales beberá en toda su infancia y que, en su adultez, lo dotará de una fuerza brutal en los momentos más duros.
Con la anuencia de la Dra. Melfi y de Carmela, Tony decide internar a su madre en una de las residencias para ancianos más costosas de New Jersey: Green Grove. Al enterarse de que su hijo visita a una sicóloga, pareciera que toda la serie pulsara en sus ojos maliciosos. Es tan poderosa en ese momento, que la vida de Tony está en sus manos como títere. Se convierte en la Diosa maligna. Manipulará a su antojo cielo y tierra con sus llantos para conseguir sus objetivos. Junior Corrado, su cuñado, será víctima de sus maquinaciones; éste, imbuido en sus resentimientos tradicionalistas, intentará matar a su propio sobrino. Livia, muy al fondo, conciente de su parafernalia de madre poderosa, tenderá a aislarse más.

El problema de la sucesión: buscando el nuevo Padrino

Muerto Jackie Aprile, Jefe de la familia de New Jersey, víctima de un cáncer de estómago, el dilema de la sucesión estaba en la expectativa en los predios de Jersey. Una cosa se rumorea en el Satriale’s, y en el Bada Bing: entre Tony y su tío, Junior Corrado, está la disputa. En el primero, recaía la confianza de la mayoría de los capitanes de la familia, como Jimy, Paulie, Raymond, Larry, Hesh, Silvio, Pussy, Christofer. El segundo, era un rancio representante de “la vieja escuela”, que desde los años 60 le había dado forma al negocio al lado de su hermano, el gran Jhonny Soprano, cuando apenas el protagonista central era un mocoso; testarudo, rencoroso, Junior verá en Tony un rival directo. Una verdadera tensión se vivirá a lo largo de este corte temporal: impulsividad, orgullo, poder, ira, chismes, burlas.
Inteligente, Tony llega a un acuerdo con su tío en un momento crucial. Había entendido bien, previa discusión con sus fieles capitanes: había que darle el chance al viejo de asumir el título de jefe de la familia, con la condición de que él tendría total jurisdicción en la construcción en Bloomfield y el sindicato. Sin embargo, el celo entre estos dos titanes nunca cesará; en el capitulo 11, Corrado dará la orden para el asesinato de su propio sobrino, con la anuencia de Livia Soprano, madre de Tony. Con suerte, Tony logrará salir con vida, pero pronto quedará descubierto los motivos del atentado. Vendrá la ira a asumir sus propias rutas.

Christofer Moltisanti: el descontrolado sobrino

Es el apadrinado de Tony. Por una razón intuitiva, Tony ve en Christofer un potencial tremendo para que forme parte de la familia. Podría decirse, a buenas a primeras, que este chico es uno de los personajes más volátiles de la serie. Su afán de ser juramentado como miembro, lo lleva al desespero. Quiere ganarse el respeto, quiere ganarse una imagen de mafioso a toda costa. Le cuesta respetar la jerarquía, las normas. Su rabiosa personalidad, logra sofocarnos como ningún otro. Cuando mata a su primer hombre, la pesadilla del difunto lo empuja en un torbellino existencial interesante. Quiere ser guionista de cine: sueña con contar a su estilo una película como Buenos Muchachos. Su hermosa novia, Adriana La Cerva, lo apoyará sin descanso. Entre la cocaína y el hambre de acción, Christofer irá ganando la confianza no sólo de Tony, sino de Silvio, Paulie, Pussy, y demás capitanes de la familia. No dejará de ser otro dolor de cabeza para el Boss.

Sal “Big Pussy” Bompensiero y el micrófono delator

“Necesitamos estar 110 por ciento seguros. Quiero que lo veas. Quiero que veas el maldito micrófono”, le dice Tony a Paulie Gualtieri, en una escena brutal en el capitulo 11. El señalado no será otro que uno de los caporegime más fieles de la familia: Pussy Bompensiero. La cosa es fácil: o le pasa información al FBI de las movidas de la familia de la cual representa, o es encarcelado a 30 años de prisión por posesión de drogas y demás delitos. El mundo se detiene con esta noticia. Tony entra en una dura crisis. Si es verdad, las normas de la Cosa Nostra son específicas: la ejecución inmediata del miembro. Sin embargo, busca cerciorarse bien. La sospecha juega su rounds infalibles. Big Pussy, de pronto, desaparecerá en la nada, dejando a Tony en un desasosiego tremendo.

CAM, 2010

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