Las inmortales de ritmo: Isadora Duncan y Celia Cruz


“El ritmo, que es imagen y sentido, actitud espontánea del hombre ante la vida, no está fuera de nosotros: es nosotros mismos, expresándonos”, sentencia Octavio Paz. Al hablar de la expresión del ritmo, nos trasladamos a una de sus encarnaciones por excelencia: Isadora Duncan (1878-1927). El legado de Isadora en la historia de la danza moderna es invalorable; no de gratis se le considera como una de sus piezas medulares de esta disciplina artística en el albor del siglo XX. En su autobiografía titulada Mi vida apunta: “Mi pasión me permitía todas las audacias, todas las imprudencias. Quería provocar una revolución en los hábitos, en la vida cotidiana, mostrar la naturaleza en libertad, liberarla de las viejas teorías y del clasicismo.” Y así lo hizo. Cuando nadie se atrevía a contrariar las rígidas formas del ballet clásico, Isadora lo hizo sin chistar, imponiendo sus propios paradigmas. Enfoquémonos en un término crucial: liberación. Creemos que la vida y obra de Isadora fue liberadora no sólo en los predios de la danza, sino también en la emancipación femenina -en términos jurídicos, sexuales, morales- de la opresión burguesa.


Aquí entra en acción la otra pieza de este ensayo: Celia Cruz (1924-2003). Sin lugar a dudas, en Celia se vislumbra otra vez la importancia del ritmo como la expresión no sólo de la música caribeña, sino de la amplia y diversa cultura latinoamericana. Es la alegría uno de los valores más importantes de “La reina de la salsa”; una cantante de origen cubano que supo trocar el arte del canto en función de la felicidad y la vida. Con éxitos como “Burundanga”, “La sopita en botella", “Bemba colorá”, “Kimbara”, Celia ha dejado un legado musical sin precedentes, contándose más de veinte producciones discográficas a lo largo de su vida, ya sea con la Sonora Matancera, con Johnny Pacheco, Willie Colón, Tito Puente, entre tantos otros. ¿Quién puede dejar de marcar el compás con el pie al escuchar la portentosa voz de esta ilustre artista? ¿Qué sentimos cuando escuchamos, por muy distante que estemos de la salsa, el grito de “¡Azúcar!”?


Sería en 1979 cuando el genial compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso (1926-2003) se le ocurriría unir en un homenaje a estas dos próceres del ritmo. En las estrofas de Isadora, como se llama el tema, Curet explaya una interpretación sucinta de la danzarina estadounidense que conmocionó el mundo, pero ahora revelada a través del guanguancó de la salsa del sello FANIA All Stars. Veamos la primera estrofa entonada por la “Guarachera del mundo”: “Cuando bailó se liberó tal vez/ auténtico fue el mensaje de Isadora. En cada amor una pasión vivió / y a nadie se encadenaba Isadora. El arte que dominó cual llama de su placer / el mundo entero animado ovacionó”. Micrófono en mano, Celia va perfilando el rostro existencial de la homenajeada: liberación, valentía, fama, amor, pasión, rebeldía, leyenda. La trascendencia histórica a través del canto.

Pero cuando llegamos al 1:58 minuto de la pieza, la voz de Celia estalla para presentarnos pasajes concretos a medida que el coro –donde figuran Lavoe, Feliciano, Rodríguez, entre otros grandes- va dándole un soporte impecable. Veamos: “La gran Isadora Duncan su arte al mundo brindó / Su vida fue una tragedia pero su baile triunfó”. O otra más interesante: “Isadora Duncan bailaba sin reglas ni posición / Interpretaba sus danzas con luz e improvisación”. Siguiendo la clave del piano de Larry Harlow, Celia empezará a generar su baile azucarado a partir del 4:50; una de esas descargas que la harían tan espectacular junto al director de la orquesta, el gran Jhonny Pacheco. “Se liberaba al danzar /Se liberaba al amar”, expone la voz de la cantautora. Pero el coro es aún más llamativo, asomado en eficientemente en los tres minutos de la composición: “Isadora Duncan formó la liberación/ Isadora Duncan leyenda que no murió”. No podía ser este tema tan valioso. Tal vez Curet Alonzo, autor de más de dos mil canciones a lo largo de su prolífica carrera, lo tenía claro: inmortalizar en una canción a dos reinas del ritmo.

CAM, 2010.

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