Lo intempestivo como urgencia contemporánea
Natasha Tiniacos |
El sábado pasado hallé esta referencia que me gustó
mucho. Se trata la página del grupo o taller Backroom Caracas, de la poeta y profesora de la Escuela de Letras (UCV) Natasha Tiniacos. Cito: “La clase del martes
12 de julio del seminario «Micropolíticas de creación, archivo y las ciudades
del porvenir» comenzó con una lectura y una breve explicación de algunos
conceptos del filósofo italiano Giorgio Agamben sobre la contemporaneidad, por
parte de Natasha, pues han estimulado la línea editorial de la plataforma.
Citas como: «Lo contemporáneo es lo intempestivo» (Nietzsche parafraseado por
Barthes), salieron a relucir en el compendio de nociones”. Aquí la referencia
para que el olvido no me gane la partida: http://backroomcaracas.com/escritura-expandida/seminario-clase-con-el-equipo-de-backroom/
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Quise seguirle la pista al término “intempestivo”, muy
usado en los diarios de Rafael Castillo Zapata. Término que resuena con la
prosa aurística de Walter Benjamin,
si mi intuición no me traiciona. Seguirle la pista porque con la escritura de
los ensayos de Históricas Pasiones
estalla esta necesidad: comprender el miedo colectivo desde lo fragmentario,
desde el retazo que de cuenta de una totalidad narrativa, de un tono
historiográfico y “filosófico”, si se pudiera decir, del miedo entre nosotros.
Lo intempestivo como ventana narrativa hace del miedo un valor brillante. La
fórmula contemporáneo-intempestivo
debe estar a lo largo de todo el trabajo; es decir, que sea su argumento
narrativo, su lazo argumentativo.
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En el libro de Roland Barthes titulado Cómo vivir juntos. Notas de cursos y
seminarios en el Collége de France, 1976-1978 (Buenos Aires, Siglo XXI,
2003), el reconocido lingüista escribe sobre lo contemporáneo-intempestivo.
Aquí copio el fragmento: “5. La contemporaneidad.
Por ejemplo, puedo decir sin mentir que Marx, Mallarmé, Nietzsche y Freud
vivieron veintisiete años juntos. Incluso se los habría podido reunir en alguna
ciudad de Suiza en 1876, por ejemplo, y habrían podido -ultimo indicio del
Vivir-Juntos- . Freud tenía entonces veinte años,
Nietzsche treinta y dos, Mallarmé treinta y cuatro y Marx cincuenta y seis.
(Uno podría preguntarse cuál es hoy el más viejo). Esta fantasía de la
concomitancia quiere alertar sobre un fenómeno complejo, poco estudiado, a mi
entender: la contemporaneidad. ¿De quién soy contemporáneo? ¿Con quién vivo? El
calendario no responde bien. Es lo que indica a nuestro pequeño juego
cronológico -¿a menos que se transformen en contemporáneos ahora? Estudiar: los
efectos de sentido cronológicos. (Cf. las ilusiones ópticas). Se desembocará
quizás en esta paradoja: una relación insospechada entre lo contemporáneo y lo
intempestivo- como el encuentro de Marx y Mallarmé, de Mallarmé y de Freud, en
la mesa del tiempo”.
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En el famoso texto del temprano Nietzsche, Consideraciones Intempestivas, se lee: “Al menos durante algún tiempo será precioso conformarse
con vuestro «de tanta — cuanto de
ninguna», ¡Durante algún tiempo! Es
decir, mientras la gente siga teniendo por intempestivo aquello que es siempre oportuno
y que ahora más que nunca es oportuno y resulta necesario — decir la verdad”.
(p.150) En otro apartado del mismo libro, escribe: “No sabría definir qué
sentido puede tener la filología clásica en nuestros tiempos sino el de
proceder de manera intempestiva, es decir, de proceder en un sentido contrario
al espíritu contemporáneo y, con ello, surtir un efecto sobre él y los tiempos
futuros.” (De esta frase no tengo la ubicación exacta).
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Nietzsche apunta en Verdad
y Mentira esta frase que resuena mucho con la idea de la legitimidad que
tiene Guglielmo Ferrero. La coloco aquí para conectarla a manera de incitación:
“¿Qué es, pues, verdad? un vivaz ejército de metáforas[...] una suma de
relaciones humanas que fueron realzadas de modo poético y retórico,
transmitidas, adornadas, y que, después de un largo uso, a un pueblo le parecen
definitivas, canónicas y obligatorias: las verdades son ilusiones con respecto
a las cuales se ha olvidado qué son [...]”.
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En el blog de Diego Singer, encuentro este pasaje
bastante ilustrativo del término intempestivo: <¿Qué es entonces lo
"Unzeitgemässe"? Se lo suele traducir por "intempestivo" o
"inactual", inclusive como "extemporáneo". Por supuesto se
trata de un problema temporal. De algo que aparece contra el tiempo presente,
en pugna con la actualidad. Ir en sentido contrario al "espíritu
contemporáneo" es lo que otorga a estas consideraciones la enorme potencia
que tienen aún hoy para nosotros. No son (como las ideas de David Strauss, el
blanco de su primer ataque) pensamientos que nacen viejos, con olor a moho. Lo
actual tiene justamente esa particularidad efímera, esa propiedad de fuego
fatuo. Sin embargo lo intempestivo no es lo que intenta oponer la eternidad al
instante. Pretende, en algún sentido, quebrar la temporalidad de lo actual como
afirmación exitosa, como festejo de la realización del devenir de la historia.
Es por eso que pretende "surtir un efecto" en el presente mismo y no
solamente dirigirse al tiempo por venir. Desde aquí habría que leer el famoso
dictum nietzscheano: "Esta no es una cuestión de actualidad. Algunos
hombres nacen póstumos." Esto no quiere decir entonces, que no nos incumba
el presente, que nos despreocupemos del tiempo en que habitamos y de la cultura
de la que formamos parte. No es una renuncia al presente, es una apuesta por
hacer aparecer otra temporalidad que no sea simplemente actual”>. http://aquiestalarosa.blogspot.com/2012/05/nietzsche-intempestivo.html?m=1
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Siguiendo la pista de Tiniacos, hallé la raíz, quizás más
clara, de lo contemporáneo-intempestivo. La cita del filósofo italiano Georgio
Agambem (2008), de su texto ¿Qué es lo
contemporáneo?: El nacimiento de la tragedia , publica
Unzeitgemässe Betrachtungen, las "Consideraciones intempestivas”, con las
cuales pretende rendir cuenta de su tiempo, tomar posición respecto al presente". Intempestiva esta consideración es”, se lee al inicio de la segunda,
“Consideración”, “porque busca comprender como un mal, un inconveniente y un
defecto algo de lo cual la época está, justamente, orgullosa, es decir, su
cultura histórica, porque pienso que somos todos devorados por la fiebre de la
historia y debemos al menos rendir cuenta de ello.” Nietzsche sitúa su
pretensión de “actualidad“, su “contemporaneidad” respecto al presente, en una
desconexión y en un desfasaje. Pertenece verdaderamente a su tiempo, es verdaderamente
contemporáneo aquel que no coincide perfectamente con él ni se adecua a sus
pretensiones y es por ello, en este sentido, inactual; pero, justamente por
esta razón, a través de este desvío y este anacronismo, él es capaz, más que el
resto, de percibir y aferrar su tiempo".
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Una frase de Roberto Gigliucci sobre el meollo contemporáneo-intempestivo: «Para
Agamben, en la estela de Nietzsche, lo contemporáneo es inactual o, mejor
dicho, intempestivo. Verdaderamente contemporáneo es quien no coincide del todo
con la contemporaneidad».
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Otros de los textos de Nietzsche incluidos en las Consideraciones intempestivas, escritas
en 1873 y 1876, es su famoso texto “De la utilidad y los inconvenientes de la
historia para la vida”. Lo leí hace años; creo que debo repasarlo. Veamos la
fuente principal de este meollo: “Intempestiva es también esta consideración,
puesto que trato de interpretar como un mal, una enfermedad, un defecto, algo
de lo que nuestra época está, con razón, orgullosa: su cultura histórica,
pues creo que todos nosotros sufrimos de una fiebre histórica devorante y, al
menos, deberíamos reconocer que es así. Goethe ha dicho, con toda razón, que
cultivando nuestras virtudes cultivamos también nuestros defectos, y si, como
es notorio, una virtud hipertrófica -y el sentido histórico de nuestro tiempo
me parece que es una- puede provocar la ruina de un pueblo lo mismo que puede
causarla un vicio hipertrófico, ¡que por una vez se me permita hablar! Para mi
descargo, no quiero callar que las experiencias que estos tormentosos
sentimientos han suscitado en mí las he extraído casi siempre de mí mismo y,
únicamente para fines de comparación, me he servido de experiencias ajenas y
que, solo en cuanto aprendiz de épocas pasadas, especialmente de la griega, he
llegado, como hijo del tiempo actual, a las experiencias que llamo
intempestivas. Al menos, por profesión como filólogo clásico, he de tener
derecho a permitirme esto, pues no sé qué sentido podría tener la filología
clásica en nuestro tiempo si no es el de actuar de una maneraintempestiva, es
decir, contra el tiempo y, por tanto, sobre el tiempo y, yo así lo espero, en
favor de un tiempo venidero”.
CAM
2016