Yordano: el poeta que nos amanece
Hoy vuelvo a
los discos de Yordano. Una especie de fiebre desatada luego de asistir a su
última presentación en el Teatro Chacao. Lo tarareo con alegría obsesiva y, al
mismo tiempo, ciertos despechos se cristalizan con el saxofón: “Me tiro a la
calle a caminar esta tristeza / Quiero perderla entre la gente atravesando soledades”.
Al cantarlo se me vienen imágenes de la niñez: mi papá colocando el longplay en
el viejo picó, las botellas de cervezas en el piso, las colillas de cigarros en
los ceniceros de la sala, los coros nostálgicos iluminando la quietud del
callejón.
Según me contarían después, mi viejo rayó el famoso álbum
negro (1984) de tanto escucharlo. Sus amigos no sólo cantaban los temas
de aquel disco que cambió para siempre el pop venezolano del siglo xx, sino que también comentaban sus
imágenes poéticas en medio de las frías cervezas. Yo me asomaba tímido en la
sala para observar aquellas convocatorias de alegría y despecho. Me preguntaba
cómo aquel ritmo podía arrinconar los discos de Héctor Lavoe
e Ismael Rivera. ¿Cómo fue posible tal parpadeo en el gusto?
Uno de aquellos amigos de papá le rogaba que repitiera
una y otra vez el famoso tema “En aquel lugar secreto”. El asunto radicaba,
pienso, en el genio poético de Yordano. Aquel disco dispuso un dinamo sensible
capaz de nutrir las pasiones más sublimes encajonadas en el concreto citadino:
el amor, el sueño, la tristeza, el dolor, la esperanza. La balada pop y el jazz
caribeño, hizo la jugada maestra gracias a composiciones sencillas pero de alta
calidad lírica. Yordano le dio a lo urbano la tonalidad que necesitaba; le
ofreció el nicho de una sensibilidad rítmica exigente, rica en versos que a la
postre se convertirían en piedras angulares de la canción contemporánea
venezolana…
Volviendo a mi padre: tengo la impresión de que aquellas escuchas nocturnas dinamizaban las
emociones de todos los presentes. Yo que apenas podía hablar me sentía atrapado
por el sentimiento de los coros aguardentosos. ¿No era la poesía de los techos y
los postes solitarios la que pulsaba allí? La música de Yordano le dio campo a
la imaginación y al sentimiento. Hoy sigo pensando igual: él representa un
lugar de memoria indiscutible; la luz que nos hace partícipes de nuestra propia
fugacidad entre tantas miserias y desilusiones. El poeta que nos amanece.
CAM
2014.