“Leaving New York”. R.E.M. Around the Sun. (2004)


La cotidianidad que envuelve el terminal de pasajeros es una acertada representación del caos citadino. En ellos está el stress salvaje que nos mueve de un lugar a otro. La vida del terminal representa también mucho más que las angustiantes correderas y las largas colas. Esa experiencia del viajero manifiesta, en profundidad, el azar de la vida, su enigmático misterio: la transitoriedad de los sujetos respecto al tiempo y al espacio. Muchos se santiguan en el momento del despegue; otros dan gracias a la virgen al llegar a su destino. Esa transitoriedad tiene una poderosa razón casi mística: une la vida y la muerte en un solo brinco.

Eugenio Montejo, poeta venezolano de inigualable valor en Hispanoamérica, expresa su idea sobre la vida y sus contornos; y lo hace partiendo de la imagen del aeropuerto y sus tableros. “La Vida es el misterio en los tableros, / los viajantes que parten o regresan, / el miedo, la aventura, los sollozos, / las nieblas que nos quedan del adiós y / los aviones puros que se elevan hacia los aires altos del deseo”. Como vemos, el terminal funciona como limbo momentáneo: el emplazamiento en el cual la vida y la muerte se cruzan a través del azar; pero esa coyuntura puede atrapar al sujeto, marcándolo por el resto de su existencia. Pero si Montejo expone lúcidamente el papel sustancial del terminal, el tema “Leaving New York” de la banda estadounidense R.E.M lo reafirma mucho más.


Al ver el video protagonizado por el vocalista Michael Stipe nos golpea en la cara una verdad: en él estamos representados cada uno de nosotros, simples mortales y amantes de la experiencia viajera. Nueva York es la limbo vital que sujeta a Stipe, quitándole el corazón y el aliento. Esa soledad brutal del yo frente a la detención del tiempo es demostrada con suma nostalgia; Stipe desea marcharse, pero no está seguro si sobreviva a la tristeza del mañana. El aeropuerto lo atrapa en un instante y lo hace suyo, mezclándose en su memoria olores e imágenes, amores y deseos insastifechos que lo lastiman sin piedad.

Veamos lo que nos dice el coro central: “Te podrías haber reído si te lo dijera / Podrías haber disimulado el fruncir el ceño / Podrías haber tenido éxito en cambiarme / Yo podría haber dado la vuelta / Es más fácil dejar que ser dejado atrás / Nunca dejé mi orgullo / Dejar Nueva York nunca es fácil / Vi la vida desvanecerse”. Al parecer, Stipe confiesa que parte de su alma está atrapada en el asfalto de la ciudad; y allí, mientras espera el llamado de abordaje, entra en una crisis amorosa profunda. En aquel pasaje declara su amor por la ciudad, entre las sombras de los cristales y las luces de los aviones que parten y llegan: “Yo podría haber vivido mi vida en un sueño / Pero lo juro, esto es real”.


Lo real es tener conciencia que ese amor te cambia para bien o para mal; pero va mucho más allá esta idea: llegado el momento de la partida, previo encendido de los motores, el recuerdo puede golpearte cada una de las moléculas de la existencia. Puede ser, en efecto, una experiencia triste y dramática, pero paradójicamente, es igualmente el fortalecimiento de un próximo regreso a la ciudad amada. No queda más que la confesión reiterada entre los amantes que se desean buen viaje y pronto regreso, entre besos y lágrimas. “Lo encuentras en tu corazón, / me está separando / Lo encuentras en tu corazón, el cambio. / Te dije, para siempre / Te quiero, para siempre, / Te dije, te quiero / Te quiero, para siempre”. Y entre los adioses y los deseos, los miedos y los sollozos, Mike Stipe y Nueva York saltan a la vida unidos por el azar.

CAM
2011


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