Charly García: la memoria del dolor
Desde hace mucho he venido relacionando a Charly García con la destrucción. Es una idea que no logra disiparse, quizás por la relación que tiene él con la locura. Pues, la locura y la devastación se dan la mano. La trayectoria del legendario García, que ha influido por generaciones enteras a todo el rock latinoamericano, es tan volátil como genial. Nadie es tan polémico como él; nadie tiene menos pudor. Demencia, droga, música. Si sumamos eso, nos da como resultado la imagen de García: la ruta de los límites entre la vida y la muerte. Es un antihéroe, uno de esos rebeldes como nunca antes hallamos conocido.
Charly García tiene su propia teoría de la destrucción. De ella se desprende un apetito por la demolición inigualable; en ella hay odio, sacrificio, rebeldía, depresión, tortura, sufrimiento, venganza, gritos, golpes, muerte. El verbo y el puño de García producen estos estragos. Uno de los estímulos, si lo comprendemos históricamente, recae en la represión dictatorial de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX. García fue censurado y tuvo que fingir locura compulsiva para desertar del ejército que asesinaba y desaparecía a sus propios compatriotas. Alguna vez apuntó: “Los intolerantes no entendieron nada. Ellos decían guerra, yo decía ´no gracias´. A amar la patria bien nos exigieron, si ellos son la patria, yo soy extranjero”.
Como vemos, los escombros del exterminio se miden en desarraigo. En Demoliendo hoteles, canción incluida en su disco Piano Bar (1984), García expone sin tapujos la gasolina que busca el caos. Hay que pasearse por la estrofa de la canción para comprobar el sentido histórico-social de la destrucción: “Yo que nací con Videla / Yo que nací sin poder / Yo que luché por la libertad / y nunca la pude tener / Yo que viví entre fachistas / Yo que morí en el altar / Yo que crecí con los que estaban bien / Pero a la noche estaba todo mal”.
Cada golpe de García exorciza la barbarie llevada a cabo por la dictadura del general Jorge Videla y su Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). En Demoliendo hoteles, habla aquel pasado tormentoso argentino. Es la teoría del caos que purga sus penas con los destrozos, unos muy frenéticos y desquiciados. Esa generación herida que fue, al igual que García, “educado con odio” y aborrecimiento “a la humanidad”. Con la destrucción, justa o no, queda en el aire la memoria del dolor. Es la depresión histórica o, en otras palabras, otra manera de palpar el terror del autoritarismo. García, el destructor.
CAM, 2011