El mañana sabe a vinotinto
“Se acabó lo que se daba”, dijo algún compatriota desesperado por la derrota de nuestra selección vinotinto hoy 23 de julio en la Copa América 2011. Mi respuesta fue un acto reflejo. De las entrañas, a quema ropa, tan nacionalista que logró sorprenderme con los puños cerrados y pensando en el futuro: “Pues, ahora es que lo bueno comienza”. Lo sorprende es que el mañana ahora tiene más sentido. Maravilloso es sentir el orgullo por doquier. No es que seamos conformistas; al contrario: somos humildes ante lo que hemos demostrado. Un merecido cuarto puesto en uno de los campeonatos más prestigiosos del mundo futbolístico. Y pensar que el equipo deseaba ir por más...
Todo combate supone un perdedor. Pero aquel que pierde dejando el alma en la cancha, pierde con honor y dignidad. Como los guerreros japoneses o como los espartanos, o como los llaneros que nos dieron la libertad hace doscientos años: “Morir en el campo es lo más glorioso que hay”. Tal vez lo glorioso recae en que la derrota de hoy significa otro comienzo. Nuestros lanceros vinotintos, con César Farías a la cabeza, retornarán pronto con más fuerza. De las fallas, de los fantasmas e inexactitudes tácticas en el campo de juego, podemos hablar mucho. Critiquemos, pero solo lo suficiente como para no perder el impulso de lo positivo. Nuevas victorias se aproximan; así como nuevos sufrimientos y desilusiones. Esa es la cultura del fútbol. Así se hacen los grandes: las formas se adquieren en el estricto combate, en la tracción a sudor y lágrimas. Así se hace historia y patria. Impulsemos el balón a largo y ancho del territorio nacional, yendo a los estadios, apoyando con fervor nuestra liga. Convencidos de nuestras virtudes y felices de lo trascendental que somos. El mañana sabe a vinotinto.
CAM, 2011