Rómulo Gallegos: libertad en semillas

La Venezuela que padeció los veinte y siete años de la dictadura de Juan Vicente Gómez no ha aprendido sus lecciones. Me da comezón decirlo. Solo enunciarlo me produce tristeza. Leer los documentos y los artículos de opinión de los opositores antigomeros en el destierro... ¿Cómo no sufrir viéndolos en retropestiva, a casi un siglo de distancia? Da escalofríos enterarse del desespero de un Pio Gil o de un José Rafael Pocaterra, esperando que el pueblo se revelara contra el régimen en 1913, 1914, 1915... Y pasaron los años 20 y allí seguía El Bagre, duro, terco, impasible, omnipresente: mandando.
Los años pasaron y nuestros escritores se pudrieron deseando el despertar. Es la verdad. Todo caudillo que se alzaba, Gómez lo aplastaba. Toda consigna que se elevaba, era arropada con el silencio de la apatía. En 1928, de pronto, latió una esperanza. Creo que fue Jacinto López quien se preguntó en un artículo: "¿Alguién patalea en el mar muerto de Venezuela?"
Sí, pero no. En esa ambigüedad, en ese tira y encoje del tiempo y la política, llegaron los años 30, y sólo la pesadilla pasó cuando le dió la gana de morirse al General. 27 años se dice fácil, pero no lo es. Más en un país que vivía en el oscurantismo más cerril que podemos imaginar. ¿Y qué fue del sufrimiento de miles de venezolanos? ¿Con qué puede pagar una República, vendida a los gringos, ávidas del oro negro? ¿Dónde los Vallenillas Lanz y los Belutini? ¿Quién devuelve los sueños frustrados?
Rómulo Gallegos, entre 1918 y 1930, dando clases en el Liceo Caracas, supo que no había otra alternativa que creer en el magisterio: cultivar las semillas del futuro. Así significara vivir en la pobreza. Trabajo invisible, pero trascendente. Vivir enseñando para la libertad en medio del vandalismo anárquico. ¿Qué más da? Da dolor, pero hay que seguir, confiar, ilusionar a los jóvenes. Así decide Gallegos, quien ni siquiera pudo asegurar un título universitario... El tiempo le daría la razón: esa generación de muchachos del Liceo, fue la que se levantó en 1928, y la que cruzando la frontera de 1936, asumiría la construcción de un nuevo país. Estamos hablando de Gallegos, que nació en tiempos de Crespo. Las semillas las vio germinar en 1936, 1945, 1958...
        Los sacrificios por la libertad no se pueden medir en años. Lo que significa que hoy, frente al ocaso del socialismo bolivariano, no hay garantía de un "despertar". Es incierto. No hay nada seguro en las edades políticas. Me pregunto: ¿las política tiene que responder a los tiempos humanos? Más que la política, es el poder lo que está por encima de nosotros. Gómez lo hizo por casi treinta años... Y yo aquí, pensando, con esta pesadumbre que me da la historia, ese vértigo que da el ayer y que me dice, Carlos, mejor que ni lo veas, sabes, porque es peor.

CAM, 2017.


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