Ramón J. Velasquez: el salto de la historia

La historia está dicha. Esa es la tesis que nos venden en la escolaridad: vencidos y vencedores. Una chorrera de presidentes en fila, logros y fracasos. Acaso fotos pavosas de sujetos acartonados. Más nada. Todo está dispuesto para memorizar y repetir por los siglos de los siglos. Fácil mecánica de lanzamiento a un planeta inexistente. ¿Cómo no recordar la imagen de The Wall y la reproducción en serie de muchachitos “perfectos”? Que no nos caigan a coba: aquellos que leen distinto encontrarán otras voces. Hay que desviarse, moverse, emocionarse. Si lo hacemos así, podríamos ponernos en órbita con el pasado de otra manera. Aventurarse sin más. Son estas desviaciones a la regla la que hacen la historia. Es la que hacemos a diario en la calle. Leer es trasmutar la realidad con nuestras propias moléculas. Saltar hacia la otra orilla, como escribió Octavio Paz.
             Aquí mi salto: descubrir que en 1896 unos venezolanos fundaron, en Caracas, un partido de corte socialista. El dato me lo aportó Ramón J. Velásquez. Se llamó “Partido Popular” y contaba con representantes en casi todos los estados de la República. Su líder se respondía al nombre de Alberto González Blanco. Recalco: estamos hablando de un país en ruinas, donde no existía la política tal como lo entendemos ahora. ¿Fundar un partido para llevar las luces del socialismo utópico entre la clase obrera? Habría que imaginarse la voluntad de unos sujetos, que en medio del caudillaje criollo, emprendiesen tal tarea. O si no, piensen ustedes: instruir, debatir y movilizar a los agremiados para tratar de desbalancear el sistema político del liberalismo amarillo... ¡En un territorio donde la disidencia se pagaba con cárcel y con la muerte!
           
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Hallazgos documentales como estos emocionan. Porque, ustedes lo saben mejor que yo, pensar en la segunda mitad del siglo XIX es hacerlo sobre el guzmancismo y sus sucedáneos amarillos. Además de eso, la carga pesimista que aquello trabajo consigo: el país se debatía como lo hacen los caimanes hambrientos en un lago. Cuando escuchamos esa versión es difícil no sentirse avergonzado. Son espejos duros que aún laten en nosotros. Así recuerdo al profesor cuando leía las lecciones del bachillerato: el peor pesimista de que tengo noticia. Sin embargo, ¿no debemos aprender a mirar las desdichas con la cual vivieron nuestros ancestros? La aventura de leer requiere también valentía crítica. El trabajo de historiadores como Ramón J. Velásquez (1916-2014) promueve el salto de la historia. El documento, puesto a disposición a todo público, para que rompa las visiones maniqueas que tenemos del pasado. Él sabía, en el fondo, que lo único, lo raro, lo curioso, lo excepcional en un documento, es capaz de despertarnos.
Velásquez escribe en una nota al pie de página en La caída del liberalismo amarillo. Tiempo y drama de Antonio Paredes: “El programa definitivo del partido popular aprobado en el Congreso Obrero celebrado en octubre de 1896 se ha perdido. Las investigaciones realizadas por la Lic. Morella Barreto sobre el tema son valiosas, pero no obstante la búsqueda de estos documentos ha sido infructuosa. También pueden darse por perdidas, las ponencias presentadas en el Primer Congreso Obrero venezolano que analizaban temas muy importantes de la realidad social y política de la última década del siglo XIX”.

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Hoy otro amigo me dijo que se iba del país con su esposa y dos hijos. “No veo perspectiva de cambio político. Ya ni puedo comprarle pan a mi hijo”, me soltó. El año comienza con dramas como este, del cual yo formo parte. Mientras tanto, los partidos políticos tanto de la oposición como del chavismo, se dan la mano. Las expectativas de la transición política se ven enturbiadas por la pésima dirigencia opositora a la dictadura madurista. Si hicieran una elección presidencial hoy, con todas las de la ley, tuvieramos otro gobierno. Pero la dictadura de Maduro, amparado por los militares corruptos y el Tribunal Supremo de Justicia, además de toda su parafernalia de medios, coarta toda perspectiva. El juego está trancado, así como los estómagos de nuestros hijos.

            Conforme con esto, vuelvo a las páginas marcadas de Ramón J. Velasquez. Esa Venezuela que va de 1870 a 1899 resuena que con esta de hoy. A esta hora de la noche, quiero mostrar la llave a esta cerradura: ¿por qué nace el Partido Popular en 1896? ¿Por qué hemos perdido su rastro documental en medio de tanto vacio? El 2 de junio de 1896, Alberto Gonzalez Blanco declara en el diario El Obrero que los trabajadores tenían que darle un parao a los partidos tradicionales venezolanos, ya que estos “…han creado una situación de cinismo, libertinaje y corrupción que torna lúgubre el porvenir de los obreros”. La Venezuela del 2017 se ensancha volviendo a 1896. ¿No son los los continuadores de Guzmán o de Crespo las mismas taras estructurales que las de Chávez? González Blanco refiere que “mientras que el pueblo espera el Mesias”, las élites oficiales “viven de sus economías guardadas, algunas en los bancos de Europa”.

CAM, 2016.

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